¿Habrá habido alguna figura del deporte yucateco que no haya pisado el Estadio Salvador Alvarado? La catedral del deporte yucateco celebra hoy, martes 1 de febrero, 83 años de abrir sus puertas en la colonia Yucatán. Ochenta y tres calendarios en que el silencio, que a veces solo rompen los pájaros de sus viejos árboles, no significa otra cosa que hay gente trabajando.
Ha sido casa de atletas famosos y de élite, pero también de cientos de miles de ciudadanos comunes y corrientes que lo único que buscan es hacer ejercicio y tener una vida saludable. Igual, de niños y jóvenes que, una vez allá, terminan contagiados por lo que ven y hacen y se convierten en deportistas que han llegado lejos poniendo el nombre de Yucatán en alto.
Dicen que fue en 1937, en una gira que realizó el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, el general ordenó que se hicieran los trabajos necesarios para llevar a cabo la obra. El libro conmemorativo de los 75 años del Estadio, “La gran casa del deporte en Yucatán”, cita una expresión de que en parte influyó la repercusión que tuvieron los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín para motivar el proyecto, y que el agente consular alemán Carlos Hagmaier, al ver concluida la obra, expresó: “Tiene parecido con el Estadio Olímpico de Berlín”.
Era, entonces, una de las instalaciones deportivas más modernas del país, pues contaba con áreas para practicar varias disciplinas. El día de su apertura quedará marcado: 1 de febrero de 1939, cuando unas 12 mil personas acudieron para apertura de la magna obra.
Pasadas más de ocho décadas, con un reciente remozamiento, tiene para los yucatecos una instalación moderna.
Pero además de servir para forjar y preparar a los atletas, sirve para lo mismo que ha sido usado durante largos años: sede para ejercitarse y tener una mejor calidad de vida. Hay una relación de afecto y amor de los yucatecos con “su estadio”.
Hasta pocos años antes de fallecer, Raúl Cervantes Blanquet homenajeaba cada 1 de febrero al Estadio dando una vuelta a su óvalo. Al veterano atleta se le fueron uniendo otros corredores, algunas veces politizando el acto, pero la fecha quedó como un referente en el deporte. Leonel Macías Sánchez, uno de los más conocidos corredores yucatecos, tomó la estafeta en su momento, y ahora su hijo Johansen es el que abre la ceremonia antes de las 5 de la mañana frente a la Iglesia Catedral de Mérida para encender el fuego nuevo y llevarlo al pebetero del Estadio.
Cuenta el maestro Jorge Concha Gamboa que muchos de los grandes atletas yucatecos de mediados del siglo pasado se formaban allá, y recuerdan él, la maestra Míriam Canul Cob y el “Gemelo” José Valentín Canto Presuel que eran verdaderas fiestas las que se armaban con las competencias de atletismo, entre selectivos, campeonatos estatales e invernales, cuando era todavía pista de tierra.
Y, entrando a los 70, por ejemplo, los que luego fueron campeones mundiales de boxeo, desde Miguel Canto hasta Lupe Madera, tuvieron el “Salvador Alvarado” como sede de sus ejercicios matutinos y vespertinos. Una parte de las actividades que servirán para conmemorar la efeméride de hoy estará centrada en un homenaje que rendirán a los históricos peleadores. Podría ser oportunidad de ver al gran Miguel Canto, ausente de los eventos públicos desde antes de la pandemia; a Guty Espadas padre, si se ha logrado recuperar el Covid que le pegó fuerte gancho en días pasados; a Juan Herrera y al “Chato” Castillo.
Los protocolos adoptados por el virus hicieron que en 2021 no hubiera fiesta masiva. Este año tampoco habrá grandes manifestaciones, pero al menos, están programadas actividades conmemorativas de 19 escuelas que funcionan allí, de acuerdo con Jesús Molina, quien es administrador del inmueble. Cortarán un pastel a las 8:30 de la mañana.
“Era lo máximo ir a ver un juego de béisbol de la Liga Peninsular en esa época”, dice el contador Arturo Millet Molina, de cuyas vivencias aparecen recuerdos de los años en que peloteros como Ramón Bragaña, con una foto histórica encarando al umpire yucateco Fernando López Abad, quien aguanta el empuje del “Profesor” cubano. Llegaron incluso hombres como el inmortal Beto Ávila, Martín Dihigo, y los agarrones entre los Pericos del Mérida y las Estrellas Yucatecas eran con llenos impresionantes.
Albergó los mejores momentos de los clásicos del fútbol yucateco, entre CUM y Modelo, o Modelo y CUM para no herir susceptibilidades en la mención primera; fue sede de los Potros de la Colonia Yucatán, histórico once de Primera Fuerza, y, antes del nacimiento del Estadio Olímpico “Carlos Iturralde Rivero”, allí llegaban los equipos de Primera División, y también fue sede del estreno de la Tercera en Yucatán, con Leones del IMSS y Aguiluchos de Yucatán.
Su alberca, con fosa de clavados y para nado sincronizado, vio saltar de niños a Rómmel Pacheco y Karen Achach hasta convertirlos en dos de los referentes de la era moderna en Yucatán.
Su majestuosa pista sintética de color azul (tercer color, tras ser de tierra y posteriormente de tartán rojo, que tuvo a Ana Guevara preparándose allí) y sus modernas instalaciones, como el gimnasio de boxeo, canchas de pádel y de fútbol americano con fútbol 7, estas últimas sustituyendo a la de fútbol soccer, están apenas comenzando a usarse tras abrir sus puertas de nuevo hace poco por la pandemia.